Siempre que nos sentimos perdidos, pensamos que nos alejamos de donde realmente queremos llegar, a veces los caminos poco recorridos o los que ni siquiera pensamos que recorreríamos, nos hacen reafirmar o buscar el verdadero rumbo, muchos caminos te enseñan a que no siempre tenemos que ser “perfectos”.
A veces el plan que no teníamos diseñado, las fallas, los contratiempos, encuentros y desencuentros son parte de explorar tu verdadero rumbo, es irte preparando para llegar al punto correcto y adecuado que la vida tiene para ti.
Soltar expectativas e irte adaptando, aprendiendo de las mismas imperfecciones, re-direccionar en cada oportunidad que tienes para crecer.
Sí te atreves a no tener miedo, explorar nuevas ideas, nuevos rumbos, personas, romper la rutina, disfrutar con cosas que aparecen en el camino y no solamente con el estrés de llegar, te darás cuenta que en el camino en el que te encuentras es el adecuado para ti.
Abraza y agradece tus imperfecciones, agradece los rumbos que has explorado “sin querer”, agradece las fallas.
Agradece porque la vida de imperfecciones es para disfrutarla con pasión, entrega, bondad, alegría y amor.