Karina Ocaña

Desde pequeña tuve una forma distinta de percibir la muerte y a quienes ya habían transitado por ese proceso. Sucede que en los funerales mientras los adultos lloraban desgarradoramente, yo veía al que había partido tranquilo observando el proceso, entonces yo no entendía porqué lloraban, si la persona fallecida estaba ahí observando tranquilamente, a veces hasta me sonreían.
Entonces yo decía:

-Por qué lloran?
-Pues ¡porque se murió!!
-Pero eso no es malo
-Claro que sí ¡se murió!!
-Pero él está bien
-¡Noo!! Se murió, no está bien

Y mientras los adultos actuaban de cierta forma, yo veía que la muerte no era tan difícil o digamos «mala» para quien se iba. Poco a poco fui aprendiendo que para quien se queda si podía ser más difícil, porque no podían ver o comprender que su ser querido estaba bien.

Crecí dándome cuenta que el cuerpo físico podía estar en un lugar o tener cierto deterioro por enfermedad o cualquier otra circunstancia, pero al fallecer el ser estaba bien y en una especie de lugar diferente, separado del cuerpo físico porque así los veía yo, pero no alcanzaba a transmitirlo o explicarlo a los adultos; no me entendían y me callaban.

Para mí también era difícil de comprender, máxime que no había quién me explicara, aveces ellos (quienes habían partido) me decían que los demás no los veían o que ellos tampoco entendían y ya me quedaba más tranquila, pero entonces seguía sin entender porqué el sufrimiento por la muerte, si ellos estaban bien. Solo lograba entender que la comunicación se rompía y ellos aunque expresaban su amor o su bienestar, los demás -en vida física-, no los escuchaban ni los veían, pero yo sí.

Si bien es cierto que la partida de un ser querido nos deja un sentimiento de dolor que a veces llega al sufrimiento, no siempre tiene que ser así. He aprendido que podemos despedirlos con armonía y desde un espacio de Luz, amor y comprensión.

Por esa razón, desde hace más de una década, me he ido preparando técnica, humana y emocionalmente para ayudar a las personas ante el fallecimiento de un ser querido. Siendo ese puente de comunicación que lleva paz y tranquilidad y ayuda a cerrar ciclos.

Con las habilidades que desde niña he tenido me enfoqué para poder ayudar, así me gusta ser el canal para conectar a quiénes se aman sin importar la dimensión en qué se encuentren.

Buscando el camino de formación que me ayudara a conocer -primero- para comprender; y luego para poderme desarrollar y asistir a las personas busqué temas sobre la muerte, me certifiqué como tanatóloga, luego incursioné en el área de la vida más allá de la vida y me certifiqué en Regresión a Vidas Pasadas, luego busqué algo que me permitiera comprender las dimensiones sutiles con una perspectiva más amorosa e incursioné en el área de los Ángeles, aprendiendo a canalizar y me certifiqué en Terapia con Ángeles; posteriormente lo complementé con cuencos, certificándome en Terapia de sonidos del Himalaya y me formé como Medium.

Ahora formo parte de los terapeutas en ArmoniosaMenthe y lo que me apasiona es la oportunidad de ser puente de comunicación entre las personas fallecidas y las personas que quedan en esta vida.

Guío sesiones de cierre para quedar en paz, dando oportunidad de expresar y recibir los mensajes, cuando no pueden despedirse de las personas que fallecen.

A lo largo de mi búsqueda de información y formación me di cuenta que no hay apoyo serio para desarrollar este tipo de habilidades, asi que estoy lista para empezar a compartir mi experiencia y conocimiento con los demás, ayudando a descubrir tus dones y habilidades de comunicación con las personas trascendidas, y en este 2023 comienzo a impartir la Formación como Médium.

De la misma manera estoy por comenzar a orientar a los padres y a los mismos niños que tienen intuición desarrollada y no saben qué hacer con ello para

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